El viaje por los laberintos de la vida
Lic. Carlos Churba
Me gustan porque me obligan a enfrentarme a la encrucijada
de elegir una dirección, una opción, una posibilidad. Me gustan porque me
enseñan que no hay un solo camino correcto, sino muchos posibles, y que depende
de mí encontrar el que más me convenga, el que más me satisfaga, el que más me
haga feliz.
He recorrido muchos laberintos en mi vida. Algunos reales,
como el de Chartres. Algunos imaginarios, como el de Borges. Algunos
personales, como el de mi infancia o el de mi juventud. Algunos colectivos,
como el de mi país o el de mi época. Cada laberinto me ha enseñado algo, me ha
dejado una huella.
Pero no solo he recorrido los laberintos. Algunos los he
creado, otros deseo crearlos.
Crealogar con mis propios laberintos, es decir crear,
dialogar con el mundo que me rodea, con las personas que me acompañaron,
acompañan parte del camino, con mis palabras, con mis imágenes, con mis
sonidos, con las ideas que me inspiran, con los sentimientos que nutren.
He creado mis propios laberintos con mis sueños, con mis
proyectos, con mis ilusiones, con mi arte, con mi filosofía para expresar lo
que siento, lo que pienso, lo que soy. He creado mis propios laberintos para
aportar algo nuevo, algo original, algo valioso al mundo.
A veces he hallado lo que buscaba, lo que anhelaba, lo que
necesitaba. Otras veces me he perdido en los laberintos pero he hallado algunas
claves a mis enigmas. Acercarme en parte al valor de mi vida-obra que me
conecta con lo sagrado, con lo trascendente.
Y he poetizado la vida, es decir vivir con poesía, con
sensibilidad, con las tristezas y alegrías. He poetizado la vida al disfrutar
las cosas simples, las cosas bellas. He poetizado la vida para sentirme parte
del universo, para compartir mi emoción con los demás, para agradecer el don de
existir.
Este es mi relato al día de hoy. Un relato del viaje por los
laberintos de la vida. Un relato que no termina nunca, porque siempre habrá nuevos
laberintos que recorrer, que crear y que hallar. Un relato que no tiene un solo
final, porque cada final es un nuevo comienzo. La vida se vive en espiral. Un
relato que no tiene un solo sentido, porque cada sentido puede ser una nueva
poesía.