Lic. Carlos Churba
Cada
época histórica, cada cultura nombra, conceptualiza el tema de la creatividad,
con distintos vocablos y nociones. Vamos a realizar un viaje en el tiempo para
acercarnos a la comprensión del enigma o del misterio de la creación humana.
Desde el principio conjetural de los tiempos, como diría Borges, se consideró a la creación como atributo divino, que merced a la gracia de Dios, era entregado como un “don” a ciertos seres humanos considerados por los demás como “elegidos”.
Fue necesario que se produjera un doble movimiento para superar los obstáculos que impedían pensar “la creatividad para todos” los seres humanos.
El primer movimiento permitió superar el obstáculo etimológico que proponía la creación como atributo divino, abriéndose así el camino a concebir al ser humano como posible creador.
El segundo movimiento surgió a partir del año 1950 con los desarrollos del campo de la psicología dedicados a la investigación científica de la creatividad, existiendo antecedentes aislados de algunos autores que abordaron temas como el genio, la imaginación creadora yla sublimación.
Fue Guilford quien, en 1950 con su conferencia “Creatividad”,
da comienzo a la gran cantidad de literatura científica que se ha ido
publicando sobre los distintos parámetros que tratan de dar cuenta del siempre
fascinante tema de la Creatividad.
El doble movimiento mencionado permite arribar a la siguiente conclusión:
La Creatividad no es un don divino, es una facultad, una potencialidad que todos los seres humanos poseemos, en distinto grado, y que puede ser desarrollada, estimulada si se dan las condiciones ambientales favorables o que puede ser inhibida en ambientes desfavorables a su despliegue.
Desde el principio conjetural de los tiempos, como diría Borges, se consideró a la creación como atributo divino, que merced a la gracia de Dios, era entregado como un “don” a ciertos seres humanos considerados por los demás como “elegidos”.
Fue necesario que se produjera un doble movimiento para superar los obstáculos que impedían pensar “la creatividad para todos” los seres humanos.
El primer movimiento permitió superar el obstáculo etimológico que proponía la creación como atributo divino, abriéndose así el camino a concebir al ser humano como posible creador.
El segundo movimiento surgió a partir del año 1950 con los desarrollos del campo de la psicología dedicados a la investigación científica de la creatividad, existiendo antecedentes aislados de algunos autores que abordaron temas como el genio, la imaginación creadora y
Fue Guilford
El doble movimiento mencionado permite arribar a la siguiente conclusión:
La Creatividad no es un don divino, es una facultad, una potencialidad que todos los seres humanos poseemos, en distinto grado, y que puede ser desarrollada, estimulada si se dan las condiciones ambientales favorables o que puede ser inhibida en ambientes desfavorables a su despliegue.