El paradigma de “comandar y controlar” que rigió la gestión y dirección de las organizaciones humanas hasta hace pocos años , y que va dejando lugar a espacios más colaborativos, sinérgicos y ágiles (Gestión 2.0), incluyó muchas veces la presión y el destrato a proveedores.
Salvo excepciones, las empresas guiadas aún por ese viejo paradigma buscan extraer de cada proveedor lo máximo posible y al menor costo, tratando además de retrasar los pagos a través de ardides y estratagemas que, si bien legales, distan de ser justos. En estos casos aparte de la posible ventaja económica que puede obtenerse demorando los pagos por algunos días, puede detectarse el objetivo de demostrar quién es más poderoso.
Pero empíricamente vemos que el destrato a proveedores concluye siendo no sólo una mala idea, sino también un pésimo negocio:
· A simple vista se comprueba que los proveedores que no son tratados justamente, de alguna forma u otra terminan aumentando sus tarifas o demorando las entregas para cubrirse del daño que le causa su cliente.
· La creación de Situaciones de Suma Cero no permite ninguna forma de sinergia, sino que crea un contexto hostil y poco propicio para mejorar y prosperar.
· Adicionalmente los empleados de la empresa cliente reciben un mensaje claro de los valores de la organización, el cual resulta mucho más impactante y certero que cualquier slogan o mensaje acerca de la importancia de los recursos humanos para la organización.
A modo de ejemplo podemos citar la gran crisis de la industria automotriz de Estados Unidos en la década de 1980, causada en parte debido a la sinergia y mejora continua que las fábricas japonesas consiguieron tanto internamente como con sus proveedores de autopartes.