En la actualidad, en casi todas las empresas, se habla de la importancia de la innovación, pero en realidad son poco innovadoras y utilizan la palabra para estar en sintonía con el concepto y figurar que están en la vanguardia en sus respectivos sectores de actividad.
Para innovar realmente en una empresa se necesita desarrollar la creatividad de todos los integrantes de la organización, construir una cultura dónde se pueda crealogar, una cultura dispuesta a enfrentar desafíos y crear valor; diseñar estrategias creativas; promover la generación de ideas y disponer de procedimientos para gestionar el pasaje de las ideas prometedoras a su implementación exitosa en el mercado.
A continuación presentamos un artículo del The Wall Street Journal que expone claramente el uso indiscriminado y no riguroso del concepto de innovación.
La “innovación” es la nueva “reingeniería”
¿Es su compañía innovadora? Casi todas las empresas dicen serlo. pero, ¿qué significa exactamente innovar?
Las compañías usan el término para mostrar que están en la
vanguardia de todo, desde tecnología y medicina hasta snacks y cosméticos.
Sacan a relucir sus directores de innovación, equipos de innovación,
estrategias de innovación y hasta días de innovación.
Pero eso no significa que las empresas estén haciendo algo
innovador. En cambio usan la palabra para transmitir un cambio monumental
cuando el progreso que están describiendo es bastante común.
Como otras palabras en su momento omnipresentes “sinergia” y
“optimización”, innovación corre peligro de convertirse en un cliché, si aún no
lo es. “La mayoría de las empresas afirman que son innovadoras con la esperanza
de poder de alguna forma engañar a los inversionistas para que piensen que hay
crecimiento donde no lo hay”, afirma Clayton Christensen, profesor de la
Escuela de Negocios de Harvard y autor del libro El dilema del innovador, de
1997.
Una búsqueda de informes anuales y trimestrales presentados
ante la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. muestra que las empresas
mencionaron alguna forma de la palabra “innovación” 33.528 veces el año pasado,
lo que representó un aumento de 64% frente a cinco años antes.
Más de 250 libros en inglés con la palabra “innovación” en
su título han sido publicados en los últimos tres meses, la mayoría de negocios,
según una búsqueda en Amazon.com.
La definición, sin embargo, varía ampliamente según a quién
se le pregunta. Para Bill Hickey, presidente ejecutivo de Sealed Air Corp.,
innovación significa inventar un producto que no existía, como material para empaques
que se infla al ser entregado. Para el presidente ejecutivo de Ocean Spray
Cranberries Inc., Randy Papadellis, es convertir un commodity pasado por alto,
como piel sobrante de arándanos, en un snack de consumo masivo como Craisins.
Para el director de investigación y desarrollo de Pfizer
Inc., Mikael Dolsten, es extender el alcance y aplicación de un producto, como
expandir el uso de una vacuna para niños que también es efectiva para adultos.
Scott Berkun, autor del libro Los mitos de la innovación, de
2007, que advierte sobre la disolución de la palabra, afirma que lo que la
mayoría de la gente llama innovación suele ser sólo un “muy buen producto”.
Berkun prefiere reservar la palabra para invenciones que
cambian la civilización como la electricidad, la imprenta y el teléfono, y, más
recientemente, tal vez el iPhone. Berkun, un consultor en innovación, les
recomienda a los clientes prohibir la palabra en sus empresas. “Es una palabra
camaleónica para ocultar la falta de sustancia”, observa.
Berkun dice que la popularidad de la palabra innovación se
remonta a los años 90, en medio de la burbuja puntocom y el lanzamiento de
libros como el de Christensen.
El término les gusta a las grandes empresas porque tiene
connotaciones de ser ágil y “divertido”, sostiene.
Las compañías de tecnología no son necesariamente las que
más abusan del concepto. Apple Inc. y Google Inc. mencionaron innovación 22
times y 14 veces, respectivamente, en sus reportes anuales más recientes. Pero
fueron igualados por Procter & Gamble Co. (22 veces), Scotts Miracle-Gro
Co. (21 veces) y Campbell Soup Co. (18 veces).
La tendencia de la innovación dio lugar a una industria de
consultoría relacionada. Las 100 mayores empresas de EE.UU., según el ránking
de la revista Fortune ,
les pagan a consultores en innovación entre US$300.000 y US$1 millón para que
trabajen en un proyecto, lo que puede ascender a entre US$1 millón y US$10
millones al año, estima Alex Kandybin, consultor de estrategias de innovación
de Booz & Co.
Además, cuatro de 10 ejecutivos afirman que su empresa ahora
tiene un director general de innovación, según un estudio reciente del fenómeno
divulgado el mes pasado por Capgemini Consulting.
Los hallazgos, basados en una encuesta en línea entre 260
ejecutivos globales y 25 entrevistas en profundidad, sugieren que esos cargos
podrían buscar principalmente proyectar “apariencias”.
La mayoría de los ejecutivos reconocieron que sus empresas
aún no tienen una estrategia de innovación clara para apoyar el rol. Jeff Semenchuk,
quien fue nombrado en agosto como primer director jefe de innovación de Hyatt
Hotels Corp. afirma que no hay “nada pomposo” relacionado al trabajo. La cadena
de hoteles hace poco entrevistó a cientos de huéspedes y concluyó que “todos
nos hemos quedado un poco en el pasado”, afirma.
El ejecutivo supervisa iniciativas experimentales en ocho
hoteles designados como “laboratorio” alrededor del mundo. Entre sus proyectos
está un nuevo proceso que tiene un conserje con un iPad y quien recibe a los huéspedes
en el aeropuerto para registrarlos en el hotel.
La innovación no es un término nuevo. La palabra, que deriva
del sustantivo latino innovatus, que significa renovación o cambio, apareció
impresa ya en el siglo XV, según el lingüista Robert Leonard.